Retorno a los viejos cantes
Antonio Cruz García, cantaor español, una de las figuras más relevantes en la historia del flamenco. De familia gitana, asentada en Mairena del Alcor desde el siglo XVIII, empezó a trabajar desde muy pequeño en la herrería de su padre. Al ser el mayor de seis hermanos, debía ayudar a mantener la familia, por lo que solo estudió durante tres años en la escuela. Sus recuerdos en la fragua siempre estarían presentes en sus letras. Allí fue interesándose por los diferentes artistas del momento a través de las voces de los compañeros y amigos de su padre. En las fiestas gitanas donde participó, conocería a cantaores como Manuel Torre, Joaquín el de la Paula o el Niño Gloria, que se convertirían en sus primeros maestros.
Empezó a cantar en reuniones familiares, bodas, bautizos y cafés cantantes del pueblo de Carmona. La negativa de su padre, así como la imposibilidad económica, no le permitieron participar en el Concurso de Cante Jondo de Granada, organizado por Manuel de Falla y Federico García Lorca en 1922. Sí pudo presentarse, dos años más tarde, al Concurso de la Feria de Alcalá de Guadaíra, ganando el primer premio tras interpretar una seguiriya y una soleá. En Carmona, inició su investigación sobre los cantes antiguos, con la ayuda de Diego el de Brenes. De esta forma, recuperaría formas perdidas o casi olvidadas del flamenco. Intentó formar parte de la llamada ‘Ópera flamenca’, pero su pureza en el cante le impidió participar.
Tras regresar del servicio militar, fue adquiriendo popularidad su interpretación de saetas durante la Semana Santa de Sevilla. La bailaora Carmen Amaya lo contrató para grabar en Barcelona su película ‘María de la O’. En 1936, conoce al guitarrista Melchor de Marchena, apoyo fundamental en su obra y acompañante al toque durante toda su carrera. Durante la Guerra, Antonio permaneció junto a su familia para poder ayudar económicamente, por lo que tuvo que rechazar una gira con Carmen Amaya por América y siguió cantando en locales de la sevillana Alameda de Hércules. Tras la guerra, se instaló en Carmona y grabó sus primeros discos para la casa ‘La Voz de su Amo’ a principios de los cuarenta. Aunque su idea inicial era la de grabar diferentes tipos de palos, le obligaron a grabar fandangos y cuplés por bulerías, estilos que estaban de moda en ese momento.
Tras su lanzamiento al mercado discográfico, formó parte de diferentes compañías, como la de Juanita Reina y la de la bailaora Pilar López. En 1945 y 1946, actuó en locales de Madrid como la venta La Capitana, el tablao Villa Rosa y el cabaret Samba. Formó parte del espectáculo de Carmen Amaya, basado en romances de Lorca y representado en el Teatro Fuencarral. En 1950, recorrió toda Europa y el norte de África con los Ballets Españoles de Teresa y Luisillo y formó parte de la grabación de la primera Antología del Arte Flamenco. Editó cuatro discos para la casa Columbia, con los que alcanzó mayor difusión. También grabó en Tánger otro trabajo, con cantes de Enrique el Mellizo.
Junto a la compañía de Antonio el Bailaor, con la que giró por Europa, América y Asia, se consolidó definitivamente como artista. En los años cincuenta continuó grabando discos como el que grabaría en Londres, con un elenco variado de palos del flamenco como cantiñas, livianas y soleares. En 1959, fue nombrado director honorario de la Cátedra de Flamencología de Jerez. Tras alejarse de su profesión en 1974, falleció nueve años más tarde de un ataque al corazón.