Andalucía hecha música
Compositor español, músico y musicólogo; destacado representante del nacionalismo musical en la primera mitad del siglo XX y creador de muchas de las obras más relevantes del impresionismo musical en España. Con tan solo cuatro años, adquirió la reputación de niño prodigio por sus improvisaciones con un acordeón. Sus primeras lecciones musicales fueron en el sevillano colegio del Santo Ángel. Posteriormente, estudiaría piano, armonía y contrapunto.
Sus primeros éxitos fueron con un quinteto musical formado con unos amigos llamado La Orquestina. Su presentación en público fue con quince años, en un recital donde la prensa destacó el éxito y la superación por las dificultades de la obra que interpretó. Su primera obra orquestal con fueron las ‘Coplas al Señor de la Pasión’, estrenadas en la iglesia del Salvador. Iniciados y abandonados sus estudios de medicina, decide dedicarse profesionalmente a la música y su maestro, Evaristo García Torres, le señala la necesidad de trasladarse a Madrid.
Su primer viaje a la capital fue bastante breve, pues no logra conseguir su objetivo de estrenar su ópera ‘La Sulamita’ en el Teatro Real. En su segunda y definitiva llegada, entablaría relación con el pintor José Villegas y el célebre Manuel de Falla, al que le unió una amistad de por vida. En 1903 se presenta ante el público madrileño en el Ateneo interpretando obras clásicas. Perfeccionó su preparación pianística y compuso varios sainetes con la colaboración de los hermanos Álvarez Quintero, como ‘Fea y con gracia’. Dos años más tarde, sus padres fallecen y decide trasladarse a estudiar a París.
En Francia estrenará con gran éxito, en 1907, su ‘Poema de las estaciones’ y el ‘Quinteto en sol menor’. Una conversación con Albéniz y Falla, que fueron espectadores de aquel concierto, cambió completamente sus ideas estéticas, definiéndolo como la metamorfosis más completa de su vida. En su etapa parisina, Turina escribe otras diez obras en las que poco a poco fue distanciándose de la influencia francesa para dar paso a los cantos, ritmos, luz y alegría tan característicos de su Andalucía natal. En 1913, tras acabar su formación en la Schola Cantorum, estrena en el Teatro Real de Madrid una de sus grandes obras: ‘La procesión de Rocío’. El estallido de la Primera Guerra Mundial forzó su salida de París y el retorno definitivo a España.
En 1914 estrena la comedia lírica ‘Margot’, inspirada en la Semana Santa sevillana. Turina mantiene una intensa actividad concertista, siendo contratado en 1918 como director de la gira de los Ballets Rusos por España. Fue maestro concertador en el Teatro Real al tiempo que estrenaba las ‘Danzas fantásticas’ en 1919, la ‘Sinfonía sevillana’ en 1920, ‘Sanlúcar de Barrameda’ en 1921, ‘Jardín de Oriente’ en 1923 y ‘La oración del torero’ en 1925. También se dedica a la enseñanza de composición de forma particular hasta 1931, que se convierte en catedrático del Conservatorio de Madrid.
A partir de 1926, colabora como crítico musical en diversos periódicos. Tras la Guerra Civil, es integrado en una comisión encargada de la reorganización de los conservatorios españoles y es nombrado posteriormente como Comisario General de la Música, puesto desde el que impulsa la definitiva organización de la Orquesta Nacional. Sus muchos empleos y ocupaciones, así como una progresiva enfermedad, hicieron disminuir su producción musical. La última pieza de su catálogo es una obra para piano titulada ‘Desde mi terraza’, fechada en 1947. Dos años más tarde, fallece en Madrid.