La revolución del flamenco
José Monge Cruz, Camarón de la Isla, es considerado uno de los mejores cantaores de flamenco de todos los tiempos, un revolucionario del cante que colaboró con el renacer de un género que atravesaba una grave crisis, transformándolo desde dentro sin dejar atrás sus esencias más genuinas. Su figura ha traspasado las fronteras del cante jondo, creándose una leyenda alrededor de su persona que se ha extendido por todo el mundo.
Desde niño, Camarón tuvo afición al mundo del toreo, hasta el punto de iniciarse en la escuela taurina; finalmente, vio que no era lo suyo y se inclinó por el cante, muy ligado a su familia. En su tierra, San Fernando, era considerado un niño prodigio, frecuentando diversos locales y peñas flamencas de la provincia de Cádiz. En la famosa Venta de Vargas, el gran Manolo Caracol reconoció su talento, animándolo a que se presentara al Festival de Cante Flamenco de Montilla, que ganó a la temprana edad de diez años. A los dieciséis años, se trasladó a Madrid con la compañía del malagueño Miguel de los Reyes, que lo llevó a cantar por distintos tablaos de la capital.
En Madrid, conoce al guitarrista Paco de Lucía, con quien compartió gran parte de su carrera artística. Con él realizó su primera grabación en 1968, ‘Al verte las flores lloran’. A pesar de su empeño en seguir la tradición del flamenco más ortodoxo en sus primeros años, su espíritu inquieto y su amistad con los jóvenes valores gitanos de la época lo llevaron a buscar otros caminos para su arte. En 1979, donde cambió la guitarra del algecireño Paco de Lucía por la del almeriense Tomatito, grabó ‘La leyenda del tiempo’, un disco clave para entender el universo creativo de Camarón. Este trabajo fue una verdadera revolución en el mundo del flamenco: cosechó una buena cantidad de voces críticas que censuraban la pérdida de la esencia y la tradición de la que bebió desde niño, hasta el punto de que algunos quisieran devolver el disco tras su compra.
‘La leyenda del tiempo’ se alejaba de la ortodoxia de guitarra, palmas y coros para introducir elementos alejados a los palos clásicos, con concesiones al rock, el jazz y las tradiciones orientales. Se incluyeron instrumentos inéditos en el género como el bajo, la batería, la percusión o la guitarra eléctrica. El de San Fernando tenía la idea de acercar el cante a un público poco acostumbrado al flamenco convencional, introduciendo instrumentaciones e innovaciones estilísticas que llamaran la atención del público joven, con la intención de que fuera un arte más creativo. En 1989 se atrevió a grabar acompañado por la Royal Philarmonic Orchestra de Londres en su álbum ‘Soy gitano’.
Camarón presentaba dos caras ante el público: una más comercial, la de sus grabaciones, que poco a poco iban siendo conocidas en gran parte del mundo; y otra más gitana y sobria, la de sus actuaciones en directo. Así, mientras sus discos eran consumidos por un público más abierto y heterodoxo, sus apariciones en los festivales se convertían en auténticas fiestas en las que el público, en su mayoría gitano, asistía con auténtica devoción.
En mayo de 1992, se anunció la publicación del que sería su último disco, ‘Potro de rabia y miel’, con la colaboración de Paco de Lucía. Para el mes de septiembre, estaba prevista la realización de un interesante espectáculo para la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla, pero una grave enfermedad pulmonar acabó con su vida en pleno verano. A pesar de sus grandes éxitos, no alcanzó a generar grandes ventas estando con vida, pero la conmoción por su muerte y el fervor casi místico que despertaba lo llevaron a la cumbre.