Proyecto Atalaya

Francisco Palma Burgos

Málaga, 1918 – Úbeda (Jaén), 1985

La escuela malagueña del siglo XX

Escultor e imaginero español, nacido en el barrio de la Victoria de Málaga. Fue hijo del también escultor antequerano Francisco Palma García, quien continuó la tradición de la escuela malagueña durante el siglo XX, que se remonta al Barroco, de la mano del gran Pedro de Mena. Francisco, junto a sus hermanos, se formaría en el mismo oficio que su padre. A los diez años de edad, se traslada a Antequera, donde realizaría sus primeros estudios. De regreso a Málaga, continúa su formación en el Instituto Nacional de Enseñanza e inicia su aprendizaje como artista en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos. Posteriormente, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo, donde obtuvo el Primer Premio de Modelado con su obra titulada ‘Cabeza de discóbolo’.

En 1934, fue becado por el Ayuntamiento de su ciudad para continuar los estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, pero tuvo que regresar a Málaga poco tiempo después por el estallido de la Guerra Civil. Tres años más tarde, fue galardonado con el Premio de Pintura de la Sociedad Económica de Amigos del País y la Medalla de Oro en la exposición de San Rafael de Córdoba, a la que llevó el busto de una Dolorosa. Dicha obra fue adquirida por la familia Pérez Bryan, cedida posteriormente a la iglesia de Santo Domingo de Guzmán.

Tras el fallecimiento de su padre, se encargó de su taller, que tenía pendientes numerosos encargos, debido a la destrucción y quema de conventos e iglesias durante la República y la Guerra Civil. Su primer trabajo fue la terminación del Cristo de los Milagros de la hermandad de Zamarrilla. Al mismo tiempo, fue nombrado profesor asistente de Modelado y Escultura de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo y asesor artístico de la Junta de Reconstrucción pro-Obispado. En 1940, realizó una de sus obras más importantes: el Cristo de la Buena Muerte, que sustituiría a la talla realizada por Pedro de Mena, destruida en los sucesos de 1931.

En la década de los cuarenta, se instaló en Madrid temporalmente. Allí obtuvo el Primer Premio convocado por la aristocracia para la realización del trono del Cristo de Medinaceli, de la iglesia de los Padres Capuchinos. Por su parte, realizó obras de tradición neobarroca para la cofradía de los Carpinteros de la iglesia de la Santa Cruz de la calle de Atocha, así como de temática profana, como la Ninfa de los jardines de la residencia del comandante italiano Nino Nanetti. En 1949, se instaló en Andújar, para residir definitivamente, un año más tarde, en Úbeda. Durante diez años, mantuvo una frenética actividad en la que hizo labores de pintor, restaurador, escultor monumental, de tronos procesionales e imágenes sagradas.

En 1960, viajó a Italia, abriendo un nuevo taller en la localidad de Castell Sant’Elia, cerca de Viterbo. A partir de entonces, se dedicó en exclusiva a la pintura y la restauración de frescos vaticanos. Fue distinguido con numerosos premios como el Dante Alighieri o el Leonardo da Vinci. A pesar de vivir lejos de su tierra, nunca dejó de estar en contacto con ella. En 1985, año de su fallecimiento, presentó su última obra: Jesús del Santo Suplicio, de la cofradía de Zamarrilla.

En detalle:
· Desde muy joven admiraba al escultor valenciano Mariano Benlliure, de quien fue discípulo.

· La mayor parte de su producción se encuentra en las provincias de Málaga y Jaén, destacando imágenes como el Cristo de la Noche Oscura de Úbeda o Jesús de la Humillación de Málaga.

· En su etapa italiana, colaboró en la restauración de de frescos con el Vaticano, el Palacio de los Borgia, en Civita Castellana, y el Duomo de Nepi.

· A cuatro meses de su fallecimiento, declaró: “Con Zamarrilla empecé a mis 20 años y con Zamarrilla termino”.

Newsletter

He leído y acepto el Aviso legal