La semilla de un género
Militar y músico, primer compositor de marchas procesionales para el género de cornetas y tambores. Nacido en Linares, se trasladó a Málaga por circunstancias familiares, fijando su residencia hasta los años cincuenta del siglo XX. Soldado del Regimiento de Artillería, comenzó a componer piezas musicales cofrades allá por los años veinte en la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos, provocando una auténtica revolución musical que aún, a día de hoy, sigue vigente.
Su reconocimiento por la sociedad malagueña de la época hizo que publicara en prestigiosas revistas varias de sus composiciones, como ‘Saeta para piano’, dedicada a la revista Vida Gráfica, o marchas de paso ordinario, zarzuelas y algunos cuplés. Tras su paso por Málaga, cambió el innovador mundo de las cornetas y tambores por el de las bandas de plantilla completa, trasladándose al municipio almeriense de Adra, donde dirigió la formación musical de la localidad. Durante los primeros años de esta etapa, mantuvo intactas sus relaciones con Málaga y su banda de Bomberos, dedicando marchas como ‘El Cristo del Rescate’ o ‘La Virgen de la Esperanza’, firmadas ambas en la ciudad abderitana. Compaginó su faceta de director con otra banda alicantina, la Unión Musical Torrevejense del pueblo alicantino de Torrevieja, estando al frente desde 1952 hasta 1963.
La mayoría de piezas musicales que escribió están dedicadas a imágenes titulares de hermandades de Málaga, algunas de ellas tan populares como ‘Cristo del Amor’, ‘Virgen de la Paloma’ o ‘La Expiración’. Todo este repertorio fue expandiéndose a otras capitales andaluzas como fue el caso de Sevilla, por medio de la banda de la Policía Armada hispalense. También creó marchas procesionales para banda de música en su etapa levantina, dedicadas a imágenes de Cartagena y Torrevieja, como ‘San Pedro Apóstol’.
Alberto Escámez López falleció en 1970, dejando un amplio e interesante legado que desde entonces forma parte del patrimonio musical cofrade andaluz. La originalidad, calidad y frescura de sus marchas, junto al haber creado un nuevo estilo, convierten al linarense en personaje clave para poder adentrarse en el mundo compositivo de la Semana Santa. Con el tiempo, sus marchas han sido catalogadas como ‘clásicas’ e imprescindibles en cualquier repertorio de cornetas y tambores que se precie.